jueves, 14 de junio de 2012

Rescatemos la tradición del circo romano

La Tauromaquia data de la edad del bronce en el siglo XII, cuya practica no era más que un rito de entretenimiento que motivaba a osadas muestras de valentía para evidenciar el paso de la niñez a la adultes entre las familias nobles de la época. Eso nos cuenta la historia.

También se convirtió en fuente de inspiración para artistas como Goya, Federico Lorca, Picasso, entre muchos otros, quienes hallaron en el ruedo elementos dramáticos, tan semejantes a los producidos por la guerra española. Una danza entre la vida y la muerte; la virilidad y la fuerza, siempre marcadas con crueldad y violencia. Elementos suficientes para alimentar la fragilidad de un artista que más tarde testificaría en sus poemas y sus pinturas, pasiones ocultas y complejas para la época; o una critica abierta y desparpajada sobre la ferocidad de aquellos tiempos. Hasta aquí gozo de la historia y del arte.

Hoy tan solo encuentro un afán obsesivo y absurdo por parte de los aficionados a la tauromaquia por justificar la fiesta brava en pleno siglo XXI. Así lo percibo en los sondeos que los medios de comunicación han hecho a raíz de la fuerte polémica que se desató, luego de que el Alcalde Petro tomara la decisión de cerrar las puertas de la Santa María para actos taurinos. "Es un sacrilegio al arte y la cultura", es lo que afirman sin más fondo, ni forma.

Entonces accidentalmente hallé una entrevista en la página Web de el diario El Tiempo hecha a un artista bogotano llamado Andres García Peña. El titulo me atrapó a propósito de mis bastas reflexiones sobre el tema: "Amantes de la tauromaquia no temen calificar esta práctica como un arte", pero para mi sorpresa luego de leerlo, sigo pensando en lo absurdo además de burdo que puede llegar a ser el torero, los aficionados y el artista contemporáneo con sus justificaciones.

"En realidad soy un aficionado a la tauromaquia. A muchos aficionados al deporte, admítanlo o no, les atraen los aspectos trágicos. Una parte de mi quiere ver el choque de un automóvil, a un esquiador cayéndose al descender por la montaña, a un boxeador recibiendo un golpe que lo deja fuera de combate, a un torero que cae. Pasamos mucho tiempo en la expectativa de este suceso y cuando ocurre se desata un torrente de emociones encontradas. Yo juego con esta dualidad".

¿Qué torrente de emociones encontradas le causaran las horrorosas tragedias de los últimos meses? ¿ no le son suficientes?

La historia capturada por el artista se lee y se aprende para no repetirse

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente!!!